Los arcos hechos completamente de madera se han usado durante miles de años en la caza y la guerra, entre otros, por los nubios,
tribus nativas americanas como los cheroqui, sudamericanas como los
bari, africanas como los bassa y las europeas, desde el Epipaleolítico.
Como armas de caza son sencillos, fiables y capaces de abatir animales
tan grandes como los elefantes africanos. Como arma de guerra, el arco
ha contribuido decisivamente en diversas culturas. Los nubios
eran famosos por su destreza con los arcos, siendo conocidos por su
habilidad de acertar en el ojo del contrincante durante las batallas. En
el Japón antiguo, los arcos característicos fueron los fabricados de
bambú y de madera, conocidos como
yumi, decisivos en la guerra a caballo entre samuráis.
En la Edad Media europea, los arqueros ingleses eran célebres por su
destreza en el uso del arco largo para la guerra, que utilizaron con
gran efectividad en la Guerra de los Cien Años (especialmente en
batallas como Crecy, Azincourt y Poitiers).
Sin embargo, las armas de fuego dejaron obsoletos a los arcos para la
guerra, al no requerir el larguísimo entrenamiento necesario para
formar a un arquero y volverse cada vez más precisas y de mayor alcance y
penetración.
A pesar de esto, los arcos hechos de madera o los compuestos de fibra
de vidrio se siguen usando por arqueros tradicionales y en algunas
asociaciones para el deporte y la caza libre.
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